Las tradiciones varían según la región y el pueblo. Por ejemplo, en los Valles Centrales, las bodas pueden extenderse hasta cinco días en total. La planeación de la boda comienza con la “pedida de mano”, donde el novio, acompañado de sus padres y un chigol (un anciano respetado y conocedor de las costumbres ancestrales), visita la casa de la novia para pedir permiso a los futuros suegros. Durante este evento, la familia del novio entrega el “dote”, que incluye flores, pan, cerveza, mezcal, algunos animales y dinero, a la familia de la novia. Este acto marca el inicio de la preparación de la fiesta, que involucra la compra de tortillas, chocolate, pan, y una res para alimentar a los numerosos invitados, que pueden ser entre doscientas y quinientas personas.
Una de las tradiciones más llamativas es la calenda, liderada por una banda de música que toca sones y jarabes oaxaqueños. Anunciada por cohetes, que explotan con un característico tronido, la calenda incluye la presencia de monos de calenda, títeres gigantes que representan a los novios y bailan alegremente, y marmotas, grandes esferas de carrizo cubiertas de tela blanca, personalizadas con el nombre de los novios. Las chinas oaxaqueñas, mujeres que llevan canastas con arreglos florales sobre sus cabezas mientras bailan al ritmo de la música, también son parte esencial de este desfile.
Durante las celebraciones, se entregan utensilios tradicionales como metates, comales, jícaras, jarros, molinillos, molcajetes, y petates, así como objetos más modernos como armarios, camas, lavadoras, estufas, licuadoras, y refrigeradores. Estos regalos, cargados por los invitados durante el baile del guajolote, tienen como propósito ayudar a los recién casados a establecer su nuevo hogar. En muchas bodas, la pareja recibe animales como regalo, lo que representa una valiosa fuente de ingresos futuros. Los animales más comunes incluyen becerros, borregos, chivos y cerdos.
Un elemento fundamental en las bodas oaxaqueñas es la Guelaguetza, una tradición que refuerza la solidaridad y el apoyo mutuo entre la comunidad. Este concepto, que se traduce como "ofrenda" o "regalo", se manifiesta en las bodas a través de las contribuciones de los invitados, quienes aportan alimentos, bebidas, dinero, y otros bienes para asegurar el éxito de la celebración. La Guelaguetza no solo es una muestra de generosidad, sino que también es un compromiso recíproco: aquellos que reciben en una boda se comprometen a devolver la ayuda cuando sea necesario, fortaleciendo así los lazos comunitarios. Este acto es esencial para el desarrollo de la fiesta, permitiendo que las celebraciones sean grandes y que las tradiciones se mantengan vivas.
La comida es un aspecto crucial en las bodas oaxaqueñas, ya que a través de ella se preserva la gastronomía local. Las cocineras, portando su tradicional mandil, preparan grandes cazuelas de mole negro, el platillo más emblemático del estado, que se sirve en abundancia para satisfacer a todos los invitados. Para el almuerzo, es común ofrecer enchiladas acompañadas de mole coloradito. En cuanto a las bebidas, el mezcal es esencial y se reparte entre todos los asistentes. En algunos pueblos, al segundo día de la celebración, se comparte tepache, una bebida fermentada de piña y panela, servida en jarros de barro.
El baile del guajolote es una tradición única, en la que se toma un guajolote vivo y se baila con él, ya sea sobre la cabeza o bajo el brazo. Además, los hombres cargan y bailan con los obsequios más grandes y pesados, mientras que las mujeres bailan con regalos más ligeros como platos, ollas, y sábanas. Otra tradición destacada es el baile del muertito, donde el novio es cargado de regreso a su casa, simbolizando el fin de su vida de soltero.
Al día siguiente de la boda, las celebraciones continúan con más baile y la repartición de rosa de borracho o poleo, una hierba utilizada para preparar té y curar la resaca. Durante la ceremonia de bendición, solo los padres, abuelos, tíos y familiares cercanos a los novios participan, destacando la importancia de la familia en este ritual. La decoración también es esencial, con papel picado en color blanco, que lleva los nombres de los novios y la fecha de la celebración, añadiendo un toque de elegancia y tradición.
En la región del Istmo de Tehuantepec, las bodas se distinguen por celebraciones que se extienden de dos a cuatro días, llenos de tradición y color. Uno de los rasgos más emblemáticos de esta región es el atuendo de las mujeres, quienes visten el huipil y la enagua, trajes tradicionales bordados con flores que representan la rica identidad cultural del Istmo. Estas bodas, junto con las de otras regiones de Oaxaca, aportan un toque único, formando un mosaico de costumbres y celebraciones que reflejan la diversidad y la riqueza cultural del estado.
El día más importante es la ceremonia religiosa y un banquete que reúne a familiares y amigos. Las invitadas llevan dinero envuelto en servilleta o papel como una ofrenda para los novios, simbolizando sus buenos deseos y apoyo, mientras que los hombres obsequian un cartón de cerveza, compartido entre los invitados. Estos gestos representan la Guelaguetza, la tradición de cooperación y solidaridad comunitaria.
Las bodas en esta región de Oaxaca tienen la llamada "regada de fruta" o "lavada de olla", un desayuno con los invitados más cercanos donde se reparten frutas, dulces y panes.
Las "Tehuanas", mujeres de gran fortaleza y liderazgo, son fundamentales en la organización y preparación de los platillos típicos como el guiso de iguana, tamales de elote y mole de camarón. La música, interpretada por bandas de viento que tocan sones zapotecos y jarabes, añade un toque festivo a la celebración, con el "Baile de la Sandunga" como uno de los momentos más emblemáticos de estas bodas istmeñas.
Las bodas en Oaxaca no sólo representan una unión matrimonial, sino que son un reflejo profundo de la riqueza cultural y las tradiciones ancestrales del estado. A través de cada ritual, desde la pedida de mano hasta el último día de celebración, se honra el valor de la familia, la comunidad y el patrimonio cultural. Estas festividades, llenas de música, baile, comida tradicional y simbolismos, mantienen vivas las costumbres que han sido transmitidas por generaciones. Además, las bodas oaxaqueñas destacan la importancia de la colectividad y el apoyo mutuo, donde cada regalo, cada gesto, y cada tradición refuerzan los lazos entre los recién casados y su comunidad.
En un mundo en constante cambio, preservar y celebrar estas tradiciones fortalece la identidad cultural de Oaxaca, manteniendo vivas las raíces que nos conectan con nuestro pasado. Estas costumbres no solo enriquecen la vida de las comunidades locales, sino que también invitan a personas de diferentes lugares a descubrir la riqueza de una experiencia auténtica y llena de significado profundo.
Oaxaca rifa (16 de abril, 2024). Estos son los regalos más costosos en una boda oaxaqueña. Recuperado 12 de agosto de 2024, de https://www.oaxacarifa.com/tradiciones/estos-son-los-regalos-mas-costosos-en-una-boda-oaxaquena/455
Travesías (22 de julio, 2022). Celebración en Oaxaca: bodas, calendas y muchas, muchas flores. Recuperado 12 de agosto de 2024, de https://www.travesiasdigital.com/destinos/mexico/oaxaca/oaxaca-de-juarez/la-boda-perfecta-en-oaxaca/
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